Una caza de alta montaña donde el esfuerzo lo es todo
Noches heladas, pendientes imposibles y animales esquivos. Así arranca esta exigente aventura de rececho en los Pirineos, donde el objetivo es hacerse con un buen ejemplar de muflón (Ovis aries musimon) en uno de los entornos más salvajes y duros de la península. Acompañados por el equipo de Hornady, los cazadores se enfrentan no solo a la altitud y el frío, sino también a una especie que domina la montaña como pocas.
Desde el amanecer, con los rifles preparados y mochilas cargadas, el grupo arranca la jornada con ilusión renovada tras una noche complicada. La estrategia comienza en las zonas más bajas del valle, donde tienen controlados algunos grupos, pero pronto queda claro que no será fácil: los animales no cumplen las expectativas, y toca ganar altura.
Fallos, correcciones y un disparo que se hace esperar
A medida que avanza el día, los recechos se suceden: asomadas, entradas, evaluaciones rápidas y decisiones difíciles. A 500 metros avistan un macho prometedor. Se ajusta la torreta balística, se prepara el tiro… pero el disparo falla. La frustración se palpa, y al revisar las imágenes descubren el motivo: una rama desviaba la trayectoria del proyectil.
Ya en el último día de permiso, con la presión al máximo, toca jugársela. Siguen la cresta hasta dar con cuatro machos bien situados en una solana. Uno de ellos se asoma parcialmente entre pinos, y esta vez el cazador acierta. El animal cae, pero se escapa de la vista en una zona con matorral y sin sangre visible. El rastreo es incierto y tenso.
Cuando la montaña te lo pone difícil, sabe mejor
Finalmente, tras mucho esfuerzo, encuentran al muflón abatido en el fondo de un barranco, donde esperaba tumbado. El animal es espectacular, con la rosca cerrada y una capa clara en el cuerpo, típico de los ejemplares adultos de esta zona. La emoción aflora. No solo por el trofeo, sino por todo lo que ha costado llegar hasta él.
La experiencia ha sido extrema. Los propios cazadores lo resumen: una de las sierras más duras, con piedra suelta, laderas inclinadas y una fauna que exige lo mejor de ti. Pero es precisamente ese nivel de dificultad el que hace que cada lance, cada decisión y cada paso valgan la pena.