Investigadores del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos han determinado qué regiones presentan mayor probabilidad de albergar garrapatas, con especial incidencia en el centro y suroeste peninsular. El modelo se centra en la especie Hyalomma lusitanicum, transmisora de enfermedades como la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo.
El trabajo, desarrollado por un equipo multidisciplinar del IREC, ha permitido construir un modelo estadístico de predicción de presencia de garrapatas a partir de variables ecológicas, topográficas y climáticas. Entre los factores analizados se encuentran la altitud, la cobertura vegetal, la temperatura y la humedad. La especie objeto del estudio, Hyalomma lusitanicum, es habitual en áreas abiertas del medio natural y está considerada como uno de los vectores potenciales del virus de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo.
Riesgo concentrado en el centro y suroeste peninsular
Los resultados sitúan las zonas con mayor probabilidad de presencia en el centro, suroeste y ciertas áreas del sureste peninsular. Esta distribución coincide con regiones donde previamente se han detectado ejemplares infectados o se han registrado casos en humanos. La información generada puede resultar especialmente útil para el diseño de estrategias de prevención y control en zonas rurales, espacios naturales y cotos de caza, donde la exposición al parásito es más probable.
Desde el IREC señalan que la modelización aplicada permite anticiparse a posibles focos de riesgo mediante una vigilancia dirigida, lo que facilitaría la intervención temprana por parte de autoridades sanitarias y gestores del territorio. Asimismo, destacan que el estudio tiene implicaciones directas en el ámbito cinegético, al tratarse de entornos donde la presencia de garrapatas afecta tanto a especies silvestres como al propio cazador.
El trabajo, publicado en la revista International Journal of Health Geographics, se enmarca dentro de una línea de investigación más amplia centrada en la ecología de vectores y zoonosis emergentes. En un contexto de cambio climático y expansión de hábitats favorables para estos parásitos, la identificación de zonas de riesgo se convierte en una herramienta clave para la gestión preventiva.