Con las temperaturas suaves que trae la primavera es habitual descuidar el equipo que usamos en los meses más duros. Sin embargo, este es precisamente el momento ideal para revisar el vestuario técnico, comprobar el estado de las prendas que nos han acompañado durante el invierno y renovar aquellas que no cumplieron su función. Contar con una equipación adecuada es esencial para mantener la eficacia y la seguridad durante las jornadas cinegéticas más exigentes, y el sistema de tres capas continúa siendo la solución más efectiva para enfrentarse al frío intenso.
Revisar el sistema de capas antes de que llegue el invierno
La primera capa, la que va en contacto directo con la piel, debe asegurar una correcta evacuación del sudor. El objetivo es mantener el cuerpo seco para evitar pérdidas de temperatura por humedad. Las camisetas interiores, mallas y calcetines deben estar fabricados con materiales sintéticos transpirables y nunca con algodón. Revisar costuras, elasticidad y capacidad de ajuste es importante para evitar incomodidades futuras.
La segunda capa, formada habitualmente por forros polares o pantalones de tejido térmico, tiene la misión de retener el calor corporal y a la vez permitir la transpiración. Esta capa debe conservar sus propiedades térmicas incluso en condiciones de humedad, y conviene comprobar que mantiene su volumen y no ha perdido eficacia con el uso.
La tercera capa, más expuesta a rozaduras y a las condiciones externas, debe garantizar impermeabilidad, protección contra el viento y transpirabilidad. Es el momento adecuado para revisar cremalleras, cierres y tratamientos impermeables. Algunas prendas pueden requerir un nuevo tratamiento hidrófugo para recuperar su funcionalidad. Es preferible detectarlo ahora que en plena temporada de recechos o aguardos invernales.
Accesorios, mantenimiento y ajustes que no debes descuidar
Además, es fundamental revisar accesorios como guantes, gorros o pasamontañas, que muchas veces quedan olvidados. Son elementos clave para evitar pérdidas de calor, ya que una parte significativa se escapa por extremidades y cabeza. Un gorro deteriorado o unos guantes que no resisten la humedad pueden echar por tierra todo el sistema de protección térmica.
Conviene también comprobar tallas y ajustes, sobre todo si hemos cambiado de peso o hemos adquirido nuevas prendas con cortes diferentes. El acierto en las medidas mejora el aislamiento y la comodidad en acción de caza. Las capas no deben quedar ni excesivamente ajustadas ni demasiado holgadas, salvo en situaciones como aguardos nocturnos, donde una prenda exterior más amplia puede generar una cámara de aire adicional útil contra el frío.
Por último, hay que tener en cuenta el mantenimiento del tejido técnico. Las prendas deben lavarse según las recomendaciones del fabricante, evitando detergentes agresivos o programas que puedan deteriorar los tratamientos impermeables. Una chaqueta mal lavada puede perder su capacidad de repeler el agua y comprometer todo el sistema.
Revisar el estado del vestuario, planificar su mantenimiento y renovar lo que no cumple su función no solo mejora el confort, sino que también aumenta la seguridad y el rendimiento en las jornadas más duras. Prepararse con tiempo permite elegir mejor, comparar materiales y evitar improvisaciones cuando el termómetro baje de golpe. La ropa técnica de caza no es un accesorio, sino una herramienta más del equipo del cazador. Y como cualquier otra, hay que cuidarla, probarla y actualizarla antes de que sea necesaria.