Rebecos con arco y esquís

El rececho más extremo vivido con arco: nieve, cuerdas y miedo real

Pocas veces un vídeo de caza transmite tanto riesgo, tanta tensión y tanta entrega como esta aventura alpina en busca de la escurridiza gamuza de Chartreuse (Rupicapra rupicapra), recechada con arco en condiciones invernales extremas. Lo que comienza como un emocionante reto de alta montaña pronto se convierte en una odisea en la que el frío, la nieve, la oscuridad y el vértigo son tan protagonistas como los propios animales.

El protagonista, acompañado por Philippe y Raúl, arranca el ascenso con esquís entre la nieve y la noche cerrada. Crampones, mochilas cargadas y casi siete horas de travesía marcan un inicio que exige tanto física como mentalmente. Al amanecer, la caza arranca en condiciones ideales, aunque el terreno vertical y el crujir de la nieve complican los acercamientos.

Encuentros cercanos, tiros difíciles y una recuperación que pone los pelos de punta

Los primeros contactos con las gamuzas llegan rápido: animales avistados a menos de 100 metros, recechos tensos y una oportunidad única para Raúl, que se esfuma al ser detectado por el animal. No tardan en tener otra ocasión: un disparo certero a 20 metros culmina con una gamuza herida que buscan recuperar con la ayuda de un dron. El animal aparece muerto, encajado en una cueva a apenas 30 metros… pero en un punto tan inaccesible que la recuperación se convierte en una maniobra de escalada peligrosa.

Mientras se juegan la vida para llegar al cuerpo del animal —entre cuerdas, grietas y rocas sueltas—, el narrador dedica este lance a su padre, de quien heredó la pasión por la caza de montaña. El ejemplar resulta ser una hembra muy vieja, con un trofeo espectacular, y la emoción se mezcla con el respeto absoluto por la especie y el medio.

El último disparo y el final más épico posible

Pero la aventura no termina ahí. En los últimos días del viaje, Raúl logra abatir otra gamuza en condiciones similares. Esta vez el tiro es más largo y el animal desaparece entre la vegetación. Dos días después, Philippe y Lilian regresan al lugar para intentar recuperar el cuerpo… y lo consiguen, cerrando uno de los episodios de caza más duros, auténticos y emocionantes que se recuerdan en vídeo.

En palabras del narrador: «Nunca en mi vida había pasado tanto miedo en una jornada de caza de montaña». Y es que pocas veces se ve tan claramente lo que implica cazar gamuzas con arco en invierno: sufrimiento, entrega, respeto y amor verdadero por la montaña.

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