Con el mes de agosto asomando por el horizonte, la media veda comienza a aparecer en las conversaciones cinegéticas. Las esperadas jornadas tras la codorniz y la torcaz no solo requieren la puesta a punto del cazador y su equipo, sino también —y sobre todo— de su compañero de cuatro patas. Tras meses sin monte, el perro necesita una preparación específica para evitar sustos y llegar en plenitud a los primeros días de campo. Aquí van algunos consejos esenciales para conseguirlo.
Ejercicio progresivo: el cuerpo necesita ritmo
No se trata de salir a correr un día antes del 15 de agosto. La musculatura, la resistencia y la capacidad pulmonar de un perro de caza se atrofian con la inactividad, igual que las nuestras. Lo ideal es comenzar tres o cuatro semanas antes con salidas regulares: paseos largos, trote suave y si es posible, alguna sesión en bicicleta o quad, con el perro suelto, controlado y en terreno llano.
Evita los días de más calor: las primeras horas del día o el atardecer son las mejores franjas para ejercitarlo sin riesgos. El objetivo no es que llegue musculado, sino que recupere fondo y se habitúe al esfuerzo continuo.

Revisión veterinaria y control del peso
Uno de los errores más frecuentes es volver al monte sin haber pasado por la báscula ni por el veterinario. El exceso de peso, además de mermar su rendimiento, puede provocar golpes de calor, lesiones articulares y problemas cardíacos. Ajusta la alimentación a sus necesidades reales y retira los extras si ha estado demasiado tiempo en reposo.
Una revisión general —especialmente en perros de más de seis años— es muy recomendable: auscultación, revisión de almohadillas, dentadura, parásitos y vacunación al día. Un análisis de sangre puede detectar anemias o déficits vitamínicos que pasen desapercibidos.
Trabajo específico con codornices: el olfato también se entrena
Muchos perros pierden fino el olfato durante el parón. Si tienes acceso a codornices de granja, trabajar con ellas en el campo es la mejor forma de reactivar su instinto y reforzar la obediencia. Dedica tiempo a premiar las muestras firmes, corregir las carreras y reforzar el cobro con ejercicios sencillos.
No se trata de largas sesiones. Dos o tres lances bien hechos son mucho más útiles que veinte vuelos descontrolados. La clave es recordar que, en la media veda, no gana el más rápido, sino el más constante, el que sabe gestionar el calor y dosificarse.

Preparación del entorno y prevención del golpe de calor
La media veda es sinónimo de altas temperaturas. El cazador puede prever y gestionar, pero el perro depende de ti. Acostúmbralo desde ya a beber en marcha, a descansar a la sombra y, sobre todo, a obedecer cuando toca parar.
Lleva siempre un bebedero portátil, moja su vientre, axilas y cabeza en las pausas y ten muy claro cuándo decir basta. Un golpe de calor puede dejar secuelas graves o incluso costarle la vida. Tu mejor arma será siempre la prevención.
Cierra el círculo: motivación, vínculo y descanso
La preparación no es solo física. La motivación del perro —sus ganas de salir, su conexión contigo, su alegría al oír el disparo— es parte fundamental de su rendimiento. Aprovecha estos días para reforzar el vínculo, hablarle, jugar con él, hacerle sentir importante.
Y no olvides el descanso: un buen colchón, alimento de calidad, hidratación constante y sombra son igual de importantes que el ejercicio. Un perro motivado y descansado es un perro eficaz, y también feliz.









