Media veda en Madrid

Una jornada de pasión cinegética en el corazón de la Comunidad de Madrid

15 de agosto. Primer día de media veda en Madrid, y un grupo de 15 cazadores llegados desde distintos puntos de España se prepara con ilusión para disfrutar de una tirada de palomas en una finca cercana a la capital. El ambiente es de reencuentro, nervios y ganas, tras casi dos meses de preparación por parte del gestor cinegético Juanma, que organiza su primera tirada menor tras años centrado en monterías y recechos. A las 06:30 de la mañana ya rozan los 30 grados, preludio del intenso calor que marcará el ritmo de la jornada.

El día arranca con un breve sorteo para asignar puestos y un aviso claro: respetar las entradas de las palomas torcaces (Columba palumbus) y zuritas (Columba oenas) a los comederos. No se trata solo de tirar, sino de disfrutar y asegurar una buena jornada para todos. Tras recibir sus cubos con agua fresca, los cazadores se distribuyen en remolques hasta los puestos, donde el silencio se adueña del entorno mientras las Benelli Raffaello Bore y cartuchos del 34 aguardan el primer movimiento.

Mañana floja, tarde inolvidable

Las primeras horas transcurren con poca visibilidad y entradas muy altas. Aunque en algunos puestos se escuchan tiros, muchos cazadores coinciden en que la mañana es floja. Juan Diego, uno de los protagonistas, cuenta cómo se inició en la caza con su padre y primo, y cómo desde niño vivía cada jornada con intensidad. Su puesto, sin embargo, no cumple como esperaba. Aún así, el buen ambiente y los recuerdos compartidos mantienen alto el ánimo.

Tras recoger vainas y abatidos —unos 17 a 18 ejemplares por cazador, siempre respetando la prohibición de disparar a la tórtola europea (Streptopelia turtur)—, el grupo se reúne para disfrutar de una paella colectiva, comentar los lances y recargar energías para la tarde.

Y la tarde no defrauda. El segundo sorteo reparte de nuevo los puestos, pero esta vez las palomas entran mejor, más bajas y con mayor frecuencia. Los tiros se suceden y los cazadores agotan cartuchos, pidiendo más munición en plena faena. Chule, Tino, Juan Diego y compañía aprovechan cada lance. El calor sigue apretando, pero la emoción por la caza bien hecha compensa cualquier incomodidad.

Más que una tirada: convivencia, tradición y gestión

Con la luz del atardecer y más de 500 palomas abatidas entre todos, se cierra un día redondo de media veda en Madrid. La finca se despide con el clásico plantel final y muchas sonrisas. Para Juanma y su equipo, la satisfacción es doble: han logrado una jornada segura, divertida y respetuosa con la caza menor.

Esta historia, grabada cámara en mano y vivida bajo el sol del centro peninsular, muestra cómo la caza también es encuentro, tradición familiar y gestión cinegética responsable. Y aunque la mañana costó, la tarde lo arregló todo. Así es la media veda: imprevisible, intensa y, cuando se hace bien, inolvidable.

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