Los perreros de Aimpoint

Perros de rastro, monte cántabro y trabajo en equipo: así es la caza salvaje en Liébana con Aimpoint

Ni el disparo ni el trofeo son la meta. Aquí, el protagonista es el trabajo conjunto entre hombre y perro. En el corazón de Liébana, un rincón agreste del norte de España, los perreros de Aimpoint demuestran por qué esta modalidad de caza exige más pasión y entrega que ningún otro tipo de jornada cinegética.

La jornada comienza entre barrancos y espesuras. Los perros, cruces de sabueso y grifón ligeros, son seleccionados por su capacidad para adaptarse a este terreno brutal. Aquí no vale cualquiera, y cada jornada es una prueba de resistencia tanto para el perrero como para sus compañeros de cuatro patas.

La caza no se concibe como una acción aislada, sino como un proceso colectivo. El objetivo de los perros no es morder, sino llevar el jabalí hasta las posturas, donde otros monteros culminarán el lance. Esa es su recompensa, y también la mayor satisfacción de quienes los crían, entrenan y acompañan.

Entrenamiento con Aimpoint: precisión antes que presión

Antes de entrar al monte, la formación técnica es clave. Los perreros realizan prácticas de tiro sobre siluetas móviles, aprendiendo a disparar con visores Aimpoint Micro H2 montados sobre rifles H&L XT calibre .300 Win. Mag.. El enfoque está en usar ambos ojos abiertos para ganar rapidez en disparos de reacción.

El equipo destaca por su ligereza y maniobrabilidad, algo esencial para quienes recorren kilómetros a pie por el monte en cada batida.

Batida bajo lluvia, rastros borrados y trabajo en equipo

Con el amanecer llega el sorteo de puestos. La lluvia y la niebla complican la jornada desde el principio, borrando rastros y dificultando el trabajo de los perros. Pero la estrategia está clara: esperar a que las posturas se coloquen, analizar el terreno y soltar sólo cuando se detecta un rastro fresco y viable.

Los collares GPS permiten a los perreros seguir cada movimiento desde el móvil, optimizando las decisiones y aumentando las opciones de éxito. Cuando el jabalí salta del encame, empieza la carrera: perros y posturas se coordinan en una caza en estado puro.

“Esto es el paraíso”

Al final del día, se cumple el cupo de seis jabalíes. Algunos lances se logran tras horas de esfuerzo. Otros quedan sin culminar. Pero la satisfacción viene del trabajo bien hecho, de la conexión con el monte, de haber seguido el rastro hasta el final.

Luis de la Torriente, como narrador y observador privilegiado, lo resume con claridad: “Esto es el paraíso”. No solo por los paisajes, sino por la forma de entender la caza como una escuela de valores, esfuerzo y respeto por los perros.

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