La mujer cazadora del siglo XXI

En una jornada de descaste de conejos, Lourdes, Marta y Laura demuestran que la caza también es cosa de mujeres con vocación y orgullo

La caza femenina está más viva que nunca. En plena ola de calor veraniego, mientras muchos descansan, tres mujeres demuestran que el compromiso con el campo no entiende de estaciones. Lourdes, Marta y Laura comparten jornada de descaste de conejo (Oryctolagus cuniculus) en la finca Dehesa de Valbueno, en el término de Cabanillas del Campo, una finca gestionada con mimo y rica en diversidad cinegética.

Tres trayectorias distintas, una misma pasión por el campo

La jornada arranca con el objetivo de controlar la alta densidad de conejos, que ya empieza a causar daños en siembras y zonas sensibles. Lourdes Carrasco, veterinaria toledana, empezó a cazar con cuatro años y recibió su primera escopeta como regalo de comunión. Hoy, sigue viendo en el campo «un refugio emocional» donde la caza se convierte en vía de conexión con la naturaleza.

Marta López, natural de Ávila e hija de realero, vivió durante años ligada a la rehala. Tras tener que despedirse de sus perros, encontró en otras modalidades una vía para mantener viva su afición. Aunque es su primer descaste, logra cobrar varios conejos con emoción y esfuerzo, valorando cada lance como un paso más en su evolución como cazadora.

Laura Alzárrita, madrileña de raíces armeras, practica tanto caza menor como mayor. Usa una Blaser F-16 adaptada a su fisionomía, y se la ve segura, constante y efectiva en cada tirada. Laura también destaca la importancia de tener un equipo que se adapte bien al cazador, lo que le ha permitido progresar gracias a clases de tiro y experiencia sobre el terreno.

Una jornada entre tiros rápidos, madrigueras y reivindicación

La finca, con 1.600 hectáreas de olivos, monte, siembras y arroyos, ofrece zonas muy variadas y exigentes. Los conejos, veloces y bien defendidos por la vegetación, obligan a tiros muy rápidos y decisiones en décimas de segundo. Pese a la dificultad, la cacería se desarrolla con numerosos lances y un resultado final de 17 conejos abatidos, repartidos entre las tres cazadoras.

Pero más allá del resultado, esta jornada quiere mostrar algo más importante: que la caza no es —ni debe ser— un mundo exclusivo de hombres. Lourdes, Marta y Laura son el rostro de una generación de mujeres que viven la caza como estilo de vida, desde la ética, la tradición y el respeto al medio natural.

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