En la caza, minimizar el olor humano es tan importante como el silencio o el camuflaje. Una forma natural y económica de conseguirlo es fabricar un jabón que reproduzca el aroma del monte donde se caza habitualmente. Elaborarlo en casa no requiere conocimientos técnicos ni productos complejos, y puede marcar la diferencia en recechos o esperas donde cada detalle cuenta.
Ingredientes naturales y sencillos de obtener
Para fabricar este jabón se necesitan 470 mililitros de aceite reciclado, 60 gramos de sosa cáustica, 150 mililitros de agua, y un puñado de plantas aromáticas típicas del entorno: romero, tomillo, cantueso, santolina o manzanilla. También son necesarios un cazo, un colador, un bol de plástico, una friambrera como molde, una cuchara de madera, y protección básica: guantes y mascarilla.
La elaboración comienza con una decocción: se hierven las hierbas recogidas en unos 200 mililitros de agua durante 10 minutos, con el cazo tapado para retener los aceites esenciales. Esa infusión se deja enfriar y se mezcla con la sosa, siempre con precaución, removiendo con la cuchara de madera. Cuando se disuelve, se añade lentamente el aceite, sin dejar de remover durante media hora. Para agilizar el proceso se puede usar una batidora, con velocidad baja al principio y más rápida al final, hasta que la mezcla adquiera consistencia.
Reposo, corte y uso práctico en la caza
Una vez lista, la mezcla se vierte en un molde y se deja reposar al menos 48 horas. Si se quiere un acabado decorativo, se pueden colocar algunas ramitas en la base antes de verter. Tras el reposo, el jabón se puede cortar en pastillas o escamas según el uso: para ducha o para lavar ropa y equipo. Es recomendable dejarlo curar al aire durante un mes completo antes de utilizarlo.
Corta el jabón en pastillas. © Edu Pompa
Este jabón casero, además de ecológico y económico, es una herramienta útil para el cazador que quiere mimetizarse con el entorno sin recurrir a productos comerciales. Su aroma natural, similar al de la vegetación del coto, reduce el impacto olfativo del cazador y refuerza el vínculo con el terreno que pisa.