Un ciervo.

Un estudio alerta del impacto ecológico en Cabañeros tras la prohibición de la caza

Un metaanálisis basado en 86 estudios internacionales ha puesto de relieve la importancia del ciervo rojo como proveedor de servicios ecosistémicos clave, como la dispersión de semillas y el mantenimiento de paisajes abiertos. Sin embargo, también advierte que, si no se controla su densidad, los daños pueden ser devastadores. El caso del Parque Nacional de Cabañeros, donde se prohibió la caza en 2020, sirve como ejemplo de lo que puede ocurrir cuando no se aplica una gestión adecuada.

Cabañeros: un ejemplo de desequilibrio

Desde que en 2020 se prohibiera cualquier forma de control poblacional mediante actividad cinegética en Cabañeros, la situación ha evolucionado hacia una crisis ecológica de gran escala. Según un informe elaborado por el Ingeniero de Montes Rafael Sánchez Pérez de Villaamil, la población de ungulados —principalmente ciervo rojo— ha crecido un 250% en tan solo tres años. Este incremento ha provocado una degradación masiva del ecosistema: trece especies de flora están siendo dañadas de manera insostenible, mientras otras nueve presentan afecciones graves. Se han perdido coberturas vegetales fundamentales y muchas zonas del monte se han convertido en terrenos desnudos, altamente erosionables y con una fertilidad casi nula.

Ciervo en plena berrea. © Shutterstock.

La necesidad de una gestión activa

El estudio destaca que el ciervo rojo puede y debe formar parte de una estrategia de conservación basada en criterios científicos. Su presencia en el medio natural es positiva cuando se mantiene dentro de límites sostenibles, y ahí es donde entra la gestión mediante el control poblacional regulado, incluida la caza como herramienta. «El ciervo rojo es un proveedor de servicios ecosistémicos, pero solo si su densidad es la adecuada», afirma el estudio, destacando que es clave monitorizar su número y vigilar el uso que hacen del hábitat.

Lo que está ocurriendo en Cabañeros confirma de manera empírica lo que la literatura científica ha venido señalando. La retirada de la caza como herramienta de gestión ha tenido consecuencias demoledoras no solo para el ecosistema, sino también para la fauna silvestre en su conjunto. El informe técnico alerta de competencia interespecífica, desplazamiento de especies vulnerables y daños severos en hábitats de interés comunitario, precisamente los que justificaron en su día la declaración del parque como espacio protegido.

Lejos de ser un caso aislado, Cabañeros se perfila como un espejo donde otros espacios naturales deberían mirarse. La ciencia ha dejado claro que la gestión activa y adaptativa de los ungulados no es una opción, sino una necesidad. Mantener la biodiversidad, los procesos ecológicos y el bienestar humano pasa, inevitablemente, por incorporar todas las herramientas disponibles, incluida la caza.

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