El Ayuntamiento de Sant Antoni ha reconocido que la población de gatos silvestres se ha descontrolado, especialmente en las zonas rurales del municipio. Aunque los conflictos con vecinos en urbanizaciones —donde los felinos entran en casas o provocan plagas de roedores— son más visibles, el impacto ecológico en el campo es mucho mayor. Los gatos asilvestrados están diezmando a especies protegidas, como la lagartija ibicenca (Podarcis pityusensis) y aves vulnerables como la curruca balear, ambas endémicas de las islas.
Según recogió El Diario de Ibiza, la concejala de Medio Ambiente, Pepita Torres, advierte que muchos residentes, con buena voluntad, han contribuido a esta situación alimentando a grupos de gatos que luego crecen sin control. A esto se suma el efecto del abandono de animales durante la pandemia, que multiplicó los puntos de alimentación espontánea en espacios agrícolas, viejos corrales o márgenes de caminos.
«La mayoría de quienes les dan de comer lo hacen con buena intención, pero se está convirtiendo en un problema muy grave que no deja de crecer», declaró Torres al citado medio.
Más de 1.300 gatos controlados y una ley sin efecto
Desde que se activó la campaña en 2023, el Ayuntamiento ha esterilizado 1.356 gatos y ha dado en adopción a 268, todos vacunados y con chip, a través de la clínica Animalsvet. La recogida y atención veterinaria cuenta con la colaboración de voluntarios, aunque el consistorio lamenta que algunos colectivos animalistas exijan la creación de colonias sin que exista aún un reglamento.
«¡No se puede aplicar esta ley sin reglamento! Ni tenemos dotación económica ni se ha indicado qué criterio formativo deben seguir los voluntarios», aseguró Torres en declaraciones a El Diario de Ibiza.
La normativa estatal impone además restricciones de ubicación difíciles de cumplir en la isla, como mantener las colonias a más de 500 metros de centros escolares, sanitarios o reservas naturales. «No se tienen en cuenta las peculiaridades de Ibiza y el espacio que queda es limitadísimo», precisó.
Un mapa repleto de puntos críticos
Según explicó a El Diario de Ibiza la técnica municipal Pepita Cardona, el equipo local trabaja con un mapa satelital que marca cerca de 200 puntos con agrupaciones felinas de más de ocho ejemplares. Aunque el esfuerzo por controlarlos es constante, Cardona admite que aún queda mucho por hacer para frenar el avance de esta población descontrolada.