Tras los arruís de Sierra Espuña

Flechas y balas en Sierra Espuña: dos días inolvidables tras los arruís de Mula

Una jornada sofocante, dos recechos únicos y el rugido de las sierras murcianas como escenario. Así comienza este emocionante documental grabado en el coto de La Umbría, en pleno corazón de Sierra Espuña, donde la sociedad de cazadores «El Jabalí de Mula» despliega su experiencia y su respeto por una especie tan emblemática como es el arruí (Ammotragus lervia).

El reto del arco bajo el sol murciano

El primer día arranca con una premisa clara: Antonio Navarro, cazador y socio de la sociedad local, intentará recechar una hembra de arruí con arco. Las condiciones no pueden ser más adversas: el calor abrasador del verano murciano, la extrema sequedad del monte y la propia astucia de estos animales, aclimatados a la perfección tras más de cinco décadas en la zona.

El terreno escarpado de Sierra Espuña, con laderas empinadas y barrancos profundos, hace casi imposible acercarse a tiro de arco. A pesar de los numerosos intentos durante la mañana, todos los rebaños detectan al equipo antes de llegar a una distancia eficaz.

Pero al caer la tarde, en una zona más sombría y húmeda, aparece una oportunidad única: una hembra vieja, solitaria y apartada del rebaño. Con sigilo y precisión, Juan —guía de caza local— y Antonio logran una entrada perfecta. El flechazo es limpio. La emoción se desborda. Tras unas breves palabras de agradecimiento, los cazadores aprovechan los lomos del animal para preparar una cena familiar.

Rifles, barrancos y redención: el rececho del macho trofeo

La segunda jornada está protagonizada por Ricardo, que busca un macho trofeo con rifle en pleno mes de noviembre, justo en el pico del celo del arruí. La luz otoñal y la mayor actividad de los machos prometen una jornada intensa.

Tras varias horas de caminata por la cumbre, localizan un buen macho entre un grupo disperso. El primer disparo, a 380 metros, falla por escasos centímetros. El ánimo decae, pero la sierra ofrece una segunda oportunidad. Poco después, entre maleza densa, logran abatir un espectacular ejemplar de macho y una vieja hembra del mismo grupo. La emoción del momento —y el esfuerzo acumulado— queda sellada en un abrazo sincero entre cazadores.

Una carne que une generaciones

Como cierre, la madre de Ricardo cocina con maestría los lomos de arruí: vino, romero, pimentón, piñones y mucha tradición. Más que una receta, es un homenaje al animal abatido y una forma de honrar su aprovechamiento íntegro. La escena final reúne a familia y amigos alrededor de la mesa, recordando que la caza, más allá del lance, es también unión, memoria y respeto.

Espíritu de conservación y gestión

Este documental no solo retrata dos jornadas de caza emocionantes. También pone en valor el trabajo de gestión de la sociedad de cazadores de Mula, que controla cuidadosamente las poblaciones mediante precintos regulados, diferenciando entre hembras selectivas, hembras trofeo y machos adultos. Todo, en un equilibrio entre la sostenibilidad del medio, la biodiversidad local y la tradición cinegética.

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