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Un corzo macho.

Errores clásicos que pueden arruinar un rececho de corzo y cómo evitarlos

El rececho es una de las modalidades más técnicas y emocionantes de la caza del corzo (Capreolus capreolus). Cada salida requiere preparación, observación del entorno y dominio del terreno. Sin embargo, cometer ciertos errores puede echar a perder una oportunidad única, especialmente cuando se trata de animales muy territoriales y recelosos. Aunque la experiencia es el mejor maestro, hay fallos que se repiten incluso entre cazadores experimentados.

Fallos de preparación y lectura del terreno

Uno de los errores más frecuentes es no revisar el rifle antes del rececho. Confiar en que está a tiro sin comprobarlo puede llevar a fallar un lance que solo ocurre una vez. También es habitual subestimar el viento, factor decisivo cuando se trata de un animal con un olfato tan agudo como el corzo. No tener en cuenta su dirección o cambiar de trayectoria sin controlarlo puede poner al animal en alerta antes de verlo siquiera.

Otro error común es no haber estudiado suficientemente el terreno. Llegar sin conocer cortaderos, querencias, zonas de paso o lugares de comida es empezar con desventaja. En muchas ocasiones, el rececho se pierde más por mala planificación que por falta de puntería. A eso se suma la elección incorrecta del momento del día: aunque muchos optan por las primeras luces, cada coto tiene sus particularidades, y no siempre el amanecer es el momento óptimo si no se ha localizado antes a los animales.

Un corzo entre las hierbas altas. © Shutterstock.

Fallos de ejecución y comportamiento en el lance

Durante el rececho, la impaciencia suele ser un enemigo silencioso. Avanzar con prisa, moverse de forma ruidosa o no aprovechar bien las coberturas puede hacer que el corzo detecte la presencia humana mucho antes de lo previsto. También se dan fallos por mala colocación al disparar: no buscar un apoyo sólido, no controlar la respiración o disparar con prisas suelen provocar errores que, en condiciones normales, no se cometerían en un campo de tiro.

Por último, hay que mencionar el exceso de confianza. Pensar que el animal está ganado cuando aún falta distancia, o relajarse antes del disparo, puede llevar a un desenlace frustrante. El rececho no termina hasta que el corzo está abatido, y cada metro que nos acercamos al animal exige la misma concentración que el primero.

Evitar estos errores es clave para tener éxito. Cada fallo enseña algo, pero minimizarlos antes de salir al campo marca la diferencia entre una jornada de caza satisfactoria y una oportunidad perdida.

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