Dos rifles y un corzo de verano: así se vive el celo en los Montes de Toledo
Salir de la zona de confort puede llevarte a vivir los lances más emocionantes. Ese es el espíritu que recorre todo el vídeo «El Reto entre dos cazadores en verano», protagonizado por Laura Ochaita y Alfonso, quienes se enfrentan a un desafío inesperado en pleno mes de julio: cazar un corzo intercambiando sus rifles habituales. El resultado es una jornada de aprendizaje, adaptación y emociones que tiene lugar en los Montes de Toledo, en el arranque del celo del corzo (Capreolus capreolus).
Cazar con el rifle del otro: confianza y adaptación
Desde el amanecer, con casi 40 ºC previstos, la jornada se plantea intensa. Pero lo que no esperan es la sorpresa de Blaser, que les propone cambiar sus armas: Laura empuña el monotiro K95 y Alfonso, el Blaser R8 Ultimate. A pesar de la incomodidad inicial, ambos aceptan el reto confiando en la fiabilidad de la marca y en su capacidad como cazadores.
Primeras entradas y un fallo con lección
Nada más llegar al coto, observan corzas, venados y un corzo encelado, pero el viento juega en contra y los animales se esfuman. Poco después, Laura tiene una oportunidad real con un corzo precioso, pero solo asoma la cabeza y decide no arriesgar el disparo. Cuando finalmente lo intenta, ya en carrera, falla el lance, aunque demuestra sangre fría y respeto por las condiciones del tiro.
El calor frena, pero no detiene
La tarde se presenta difícil: el calor ronda los 40 ºC y los corzos apenas se mueven. Aunque se escuchan ladridos y se vislumbra alguna pieza, no se da ninguna opción clara de tiro. Sin embargo, el ánimo sigue intacto y ambos valoran las emociones vividas.
Un amanecer, una corza y el corzo esperado
Con temperaturas algo más suaves, regresan al día siguiente. En una zona más fresca, aparece una corza con un corcino, y tras ella, el esperado corzo. Esta vez, Laura no falla: realiza un disparo certero con el rifle de Alfonso, demostrando que la confianza y la paciencia tienen recompensa.
Un final que resume el espíritu del rececho
La pieza no es solo un corzo: es la culminación de un reto técnico y emocional, la prueba de que salir de lo conocido permite crecer como cazador. El monotiro ligero, la observación constante, los nervios del lance, el aprendizaje del fallo… todo se une en una experiencia real y compartida, marcada por el respeto al animal, al entorno y a la caza bien hecha.