Un disparo perfecto… pero el verdadero macareno sigue libre: crónica de una espera con trampa
Hay esperas que lo tienen todo para triunfar: conocimiento del terreno, buen equipo, rastros prometedores y el impulso de una pasión que supera al cansancio, la alergia o la falta de sueño. Pero a veces, el monte tiene otros planes. En «El escudero del amanecer», Iván Carrillo protagoniza una jornada de espera al jabalí cargada de lecciones, silencios y sorpresas.
Desde que era niño, Iván aprendió a vivir la caza al abrigo de su padre. Aquellas noches esperando tras él, sintiendo los pasos cercanos, el chasquido de las ramas o los estampidos que rompían el silencio quedaron grabados en su memoria. Hoy, ya como cazador experimentado, combina técnicas modernas como el rececho y la espera, incluso con arco, con el respeto y la humildad de quien sabe que cada noche en el campo es una lección.
Caza en primavera, con visor y poesía
Aunque la primavera le golpea con una intensa alergia, Iván no se queda en casa. Se adentra en un rincón escarpado de Guadalajara, armado con su ya conocido rifle HOWA HS Precision en calibre .308 y un visor Nikko Stirling Diamond LR 6-24×50, ideal para los primeros claros del día. Elige una zona con charcas y suelos húmedos, donde los rastros delatan actividad reciente: huellas, barro removido y árboles usados como rascaderos. Son señales que sólo la experiencia permite interpretar con precisión.
Antes del amanecer, Iván se posiciona en una pared lejana, desde la que podrá controlar varios accesos. Con ayuda de sus prismáticos Mentor HD 8×42, localiza un jabalí en solitario. La distancia supera los 400 metros, pero la oportunidad es clara. Dispara. Impacta. Y parece que todo ha salido como debía.
El verdadero protagonista llega después
Pero justo cuando se relaja, aparece él. Un jabalí mayor, el auténtico macareno, sale del monte junto a su escudero abatido. Esa figura simbólica, que da título al vídeo, representa al joven jabalí que suele preceder o proteger al veterano, y que en este caso ha recibido el disparo.
Iván reflexiona en voz alta: “Debí haber esperado”. A veces, la impaciencia nos juega malas pasadas. Otras veces, simplemente no hay forma de prever lo que el monte esconde. Pero siempre, la espera enseña.
Un final abierto: la caza continúa
El vídeo concluye con la satisfacción por un lance limpio y la certeza de que el verdadero señor del monte sigue allí, ahora más desconfiado, más sabio… y más desafiante.