Nunca rendirse: recechando rupicapra balcanica con arco en las montañas de Bulgaria
Una expedición extrema de caza con arco en los Balcanes. Así arranca NEVER QUIT, el nuevo vídeo de Pedro Ampuero, en el que nos adentramos en la primera parte de una de las aventuras más exigentes de su trayectoria cinegética: el rececho al esquivo sarrio balcánico (Rupicapra rupicapra balcanica) en las cumbres más abruptas de Bulgaria. Publicado en su canal de YouTube, este episodio va mucho más allá de la simple acción cinegética: es una lección de resistencia, estrategia y pasión.
La montaña no perdona
Desde los primeros compases, el espectador queda inmerso en un entorno montañoso salvaje y desafiante, donde cada paso cuesta sudor y cada fallo se paga caro. El sarrio balcánico no es un animal cualquiera: su agilidad, su vista privilegiada y su capacidad para moverse entre riscos lo convierten en uno de los mayores retos para cualquier arquero de montaña.
Ampuero, con su habitual estilo sobrio y sincero, nos muestra el equipo específico que utiliza para este tipo de cacerías: arco preparado para la alta montaña, ropa técnica ligera pero resistente, y todo lo necesario para moverse con seguridad y silencio a más de 2.000 metros de altitud. La preparación física es, como él mismo insiste, tan importante como la puntería.
Táctica, viento y silencio
A lo largo del vídeo, Pedro nos introduce en la estrategia de rececho que exige el sarrio: jugar con el viento, usar el terreno para ocultarse, mantener siempre la calma… y asumir que la mayoría de las veces, el animal te verá antes a ti. Las escenas de avistamiento son tan bellas como frustrantes: los sarrios aparecen fugazmente en laderas imposibles, y desaparecer sin dejar rastro.
Los encuentros cercanos, algunos con opción de tiro, otros frustrados por un pequeño movimiento o un golpe de viento, se convierten en el corazón del relato. Cada intento fallido suma tensión y experiencia, y refuerza el mensaje que da título al episodio: Never Quit.
Más que caza: una prueba personal
El vídeo no sólo documenta un reto cinegético, sino una lucha interna contra el cansancio, la duda y las condiciones extremas. Pedro comparte con honestidad lo que siente en cada jornada: la presión de fallar, la esperanza renovada al ver un ejemplar bueno, y sobre todo, la certeza de que lo importante es seguir intentándolo.
Este primer capítulo se cierra con un sabor de suspense: aún no se ha producido el lance definitivo, pero la historia ya ha enganchado. El terreno, la especie, el arco y el protagonista están listos para un desenlace que promete emoción y verdad en partes iguales.