Entre la duda y la ilusión, la caza con luna llena se convierte en un viaje al pasado
En este segundo capítulo de Con la luna por testigo, Rubén continúa su particular cruzada nocturna para dar caza a un esquivo macareno al que ha bautizado como “Alpha”. Tras una primera espera fallida —en la que abate a un jabalí más joven de lo esperado—, el cazador reflexiona sobre la delgada línea entre el lance soñado y la gestión necesaria, en un entorno donde el equilibrio cinegético también lo dictan los agricultores.
Una espera marcada por la astucia del jabalí
Las pistas apuntan a que el verdadero Alpha sigue libre. Rubén inspecciona un comedero viejo con signos de actividad reciente y decide organizar allí su próxima espera, esta vez acompañado por su tío Rufino. Entre el humo de una colilla y los recuerdos compartidos desde la infancia, la noche trae no solo silencio y suspense, sino también una lección de humildad cinegética: los cochinos entran, pero no dan tiro.
Tecnología y tradición: ¿enemigas o aliadas?
La búsqueda continúa. Rubén instala dos cámaras de fototrampeo y emplea su monocular térmico Infiray FH35, en un intento por desentrañar los patrones del Alfa. En un momento de reflexión sincera, defiende el uso ético de la tecnología como herramienta para aprender del comportamiento nocturno de la fauna, sin renunciar a la esencia de la espera.
Un lugar especial, una historia familiar
El vídeo se detiene en una de las zonas más emotivas del relato: Greeter, un paraje donde Pedro, otro veterano cazador y figura clave en la vida de Rubén, vivió una escena que aún conserva grabada a fuego. Allí regresan para intentarlo de nuevo, rememorando aquellas primeras esperas que marcaron su juventud y forjaron su vínculo con la naturaleza.
Cuando todo parece perdido… la caza sorprende
En plena noche, con los visores térmicos Infiray AFO AL25 y FH35, el equipo localiza una piara, pero un coche rompe la calma. Cuando ya todo parece en vano, un enorme jabalí cubierto de barro aparece al amanecer, dejando en Rubén la sensación de que el duelo con el Alfa aún no ha terminado. Y que, tal vez, el capítulo definitivo esté por escribirse.