Cazando ciervos de montaña

Cuando la montaña y el ciervo te ponen al límite

Una caza contrarreloj en alta montaña. Así podría definirse la odisea vivida por Pedro Ampuero en los escarpados Picos de Europa, uno de los entornos más duros y salvajes de la península. En este nuevo capítulo de Stag Culture, el reto es mayúsculo: abatre un ciervo (Cervus elaphus) con arco, tras el fracaso del año anterior en la misma zona y con el mismo objetivo. Pero esta vez Pedro no piensa volver con las manos vacías.

Desde el primer minuto se respira la tensión acumulada. El recuerdo de los 10 días sin éxito en la temporada pasada pesa, pero también alimenta la determinación. Acompañado por su equipo —Fernando, Samuel y el ausente Lewis, cuyo esfuerzo también es homenajeado—, Pedro se lanza de nuevo a los valles, crestones y densos matorrales cántabros, confiando en la estrategia, la perseverancia y el instinto.

Un rececho salvaje con arco: viento, espera y emoción

La jornada comienza con bramidos en la montaña, pero el viento del norte —caprichoso y cambiante— silencia pronto la actividad. Pedro analiza con precisión los patrones de movimiento de los machos: no se trata solo de seguir los bramidos, sino de anticipar dónde querrán estar dentro de media hora. Con un arco tradicional, cualquier error es definitivo.

Durante horas rastrea huellas, se mimetiza con la maleza y reconoce los puntos clave del territorio, como las zonas de baño o marcaje. A pesar de varias aproximaciones a menos de 70 metros, no se presenta la oportunidad segura. Hasta que localiza un ciervo encamado a 65 metros, parcialmente visible. No hay ventana de tiro clara. Y entonces comienza la verdadera prueba.

Pedro aguarda más de 10 horas inmóvil, entre rocas y zarzas, sin comida, sin agua, sin poder moverse ni grabar apenas. El ciervo cambia de posición varias veces, pero no se le entrega. Finalmente, cuando apenas quedan minutos de luz y se abre un pequeño claro entre las ramas, lanza su flecha a 43 metros, un disparo perfecto que atraviesa pulmón y corazón. El animal cae tras recorrer solo 40 metros. El silencio posterior es de pura emoción contenida.

El peso de lo vivido y la caza con mayúsculas

Este vídeo no es solo una hazaña de caza con arco. Es un homenaje al esfuerzo invisible, a la ética cinegética, al sacrificio real y a la conexión profunda con la naturaleza. Pedro lo resume con emoción: «Al final, lo que más se disfruta no es el resultado, sino el camino». Y en este caso, el camino ha sido brutal.

La caza del ciervo en alta montaña con arco es, sin duda, uno de los mayores desafíos que existen. Y Pedro Ampuero lo ha superado con humildad, técnica y respeto. Una historia que cautivará a cazadores de arco, aficionados a la caza de montaña y a cualquiera que entienda el valor de un lance puro y sincero.

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