RINOCERONTE-BLANCO

La caza legal, clave en la conservación del rinoceronte: cae el furtivismo

El último informe elaborado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) junto a la ONG Traffic, destaca una caída significativa en la tasa de caza furtiva de rinocerontes africanos, que se situó en 2024 en su punto más bajo desde 2011: un 2,15 %. A pesar de este dato positivo, el número total de ejemplares descendió un 6,7 %, con una población estimada de 22.540 rinocerontes en el continente.

El dato más preocupante lo deja el rinoceronte blanco, cuya población bajó un 11,2 % en solo un año. En cambio, los esfuerzos de conservación han permitido que el número de rinocerontes negros —clasificados en peligro crítico— creciera un 5,2 %, demostrando que las políticas de conservación activas y sostenidas funcionan.

La diferencia entre gestión y destrucción

Estos datos vuelven a confirmar algo que los cazadores legales llevan años defendiendo: la caza regulada no solo es compatible con la conservación, sino que puede ser una herramienta clave para ella. Cuando se gestiona con rigor, transparencia y beneficios directos para las comunidades locales, la caza genera ingresos, refuerza la protección de hábitats y reduce la presión del furtivismo.

Nada tiene que ver esta gestión responsable con el tráfico ilegal de cuernos, que sigue siendo una grave amenaza. A pesar de las mejoras, países como Sudáfrica notificaron en los primeros meses de 2025 la caza furtiva de 83 rinocerontes blancos y ocho negros, lo que evidencia que la lucha contra el furtivismo sigue lejos de ganarse.

Ciencia y tecnología contra el tráfico ilegal

Una de las medidas más innovadoras para frenar este comercio es el Proyecto Rhisotope, impulsado por el Organismo Internacional de Energía Atómica y la Universidad de Witwatersrand. Este programa busca marcar los cuernos con isótopos radiactivos inofensivos, para que puedan ser detectados fácilmente en controles fronterizos mediante sensores especiales.

Con ello se pretende hacer inútil el cuerno robado o furtivado en el mercado negro, y dificultar su tránsito internacional. Aunque se trata de una medida avanzada, el informe recuerda que sin inversión constante, participación local y una política cinegética coherente, la especie seguirá en riesgo.

En este contexto, el cazador legal no es el enemigo, sino parte activa de la solución. Gracias a los programas de caza sostenible implementados en países como Namibia, Sudáfrica o Zimbabue, muchas especies —incluidos los grandes antílopes y el propio rinoceronte— se han mantenido estables o incluso han aumentado sus poblaciones.

La caza de trofeo bien gestionada, lejos de ser una amenaza, ha permitido financiar guardas, controlar el territorio y ofrecer alternativas económicas reales a las comunidades que conviven con la fauna salvaje. Los informes de la UICN lo dejan claro: la conservación sin financiación es solo un deseo.

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