Caza de jabalí con arco

Una espera con arco que termina en incógnita

Pocas modalidades exigen tanto control como la caza con arco desde treestand, y pocas reflejan tan bien lo incierto de esta disciplina como la jornada que nos muestra este vídeo. Una espera al jabalí cargada de preparación, silencio y tensión que, pese a un disparo certero, no termina con el desenlace esperado.

Preparativos en un monte saturado de vida… y de garrapatas

El campo, rebosante tras las últimas lluvias, ofrece un marco inmejorable para los aguardos. Vegetación espesa, humedad constante y un monte que late de vida. Pero esa abundancia también tiene su cara menos amable: garrapatas por doquier, lo que obliga al cazador a extremar precauciones. Se enfunda las botas de agua, se aplica repelente y comprueba que todo el equipo esté en orden antes de subir al árbol.

La modalidad elegida —espera nocturna desde treestand— requiere precisión y anticipación. El arco se adapta con una linterna montada para el disparo en penumbra, y tras unos cuantos tiros de calentamiento, se reserva la energía para cuando los Sus scrofa aparezcan. El ambiente es sereno, la luz va cayendo y la emoción se palpa en el rostro del protagonista.

Un lance que deja más dudas que certezas

Cuando el jabalí entra en escena, el cazador lanza la flecha convencido del impacto. Cree haber tocado pulmón, pero algo no encaja: la flecha no entra completamente, el animal huye cuesta arriba y luego gira hacia abajo. No hay golpe seco ni caída a la vista. Comienza entonces una búsqueda intensa entre zarzas y maleza cerrada, con el arco enfundado y la frustración contenida.

La noche lo complica todo. Sin rastro claro, y sin un perro de sangre, toca asumir que la recuperación tendrá que esperar. La decisión está clara: habrá que regresar al día siguiente con ayuda especializada. Lo que debería haber sido una noche de éxito se transforma en una reflexión sincera sobre los límites de esta caza tan técnica como exigente.

La crudeza real de la caza con arco

Este vídeo no muestra un trofeo ni una celebración. Muestra algo más real y necesario: la parte que no se ve, la que duele al cazador que hace todo bien y aún así no logra cerrar el círculo. Porque la caza con arco al jabalí desde treestand no es una garantía de éxito, pero sí una lección constante de humildad y respeto.

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