Aventura extrema – Batidas en la frontera

Cuando el monte exige sudor, paciencia y camaradería

El termómetro marca -3 °C. Los cristales del coche están helados. Así arranca la primera parte de «Batidas en la Frontera – Bielsa», una jornada en la que el frío no es más que el primer obstáculo. El objetivo: ascender hasta la cara norte del pico más alto de la zona para montar puestos en lugares estratégicos, con la esperanza de que los jabalíes (Sus scrofa) crucen alguna de las cuerdas batidas por los perros.

El vídeo nos traslada al corazón del Pirineo aragonés, donde la dureza del terreno solo se ve superada por la belleza de sus vistas. Desde lo alto se divisan los riscos que sirven de refugio natural para los animales, y donde los lances son tan escasos como inolvidables. Aquí el compañerismo, el respeto por el monte y la organización del grupo son los pilares de una jornada donde se viene a cazar, sí, pero sobre todo a compartir.

Subidas brutales, normas claras y un entorno que impone

Tras un repaso al balance del día anterior —tres jabalíes abatidos y mucha armonía entre los asistentes— comienza la ascensión por el cortafuegos. El desnivel ronda los 700 u 800 metros, lo que obliga a los cazadores a dosificar fuerzas, asegurar cada paso y mantener la mente fría. No es solo caza, es una aventura física y emocional que arranca mucho antes del primer disparo.

Una vez en los puestos, se imparten instrucciones detalladas sobre seguridad: cómo colocarse, qué líneas de tiro evitar, cómo interpretar el comportamiento de los perros. Y es que en este entorno de pinos, cortados y canchales, un mal disparo puede traer consecuencias. La tensión crece cuando se oye el primer jabalí, pero no se puede tirar: no hay visibilidad ni tiro seguro. El animal desaparece sin dejar sangre. Lo vivido es una lección más de monte y prudencia.

Una caza exigente que sabe a victoria

A medida que avanza la jornada, se suceden los lances. Los perros mueven muchos animales en lo más alto del monte. Se escuchan disparos en varias cuerdas, y poco a poco se confirma que el esfuerzo ha tenido recompensa. Se abaten varios jabalíes, y Marta, una de las participantes, logra su lance. Todos celebran los resultados, pero también el ambiente: una cuadrilla bien avenida, una organización impecable y una tierra que enamora por su autenticidad.

El vídeo termina con una imagen que resume el alma de estas batidas: una comida de hermandad en la cabaña de los cazadores, donde se prepara la carne con respeto, quitando el pelo al animal y compartiendo historias en torno al fuego. Porque en Bielsa, como en tantos rincones de España, la caza es también memoria, vínculo y cultura viva.

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