Una espera bien montada, un disparo crítico y una emoción que no se apaga. Así arranca este nuevo capítulo en el canal de un joven arquero apasionado, que vive desde su garita uno de esos lances que se graban para siempre en la memoria. Acompañado por su hijo y armado con su inseparable arco y una punta Rage de dos hojas, el cazador nos sumerge en una espera nocturna de jabalí cargada de tensión, incertidumbre y recompensa final.
Un puesto perfecto y un objetivo claro
La jornada comienza sobre las 21:15 horas, con el monte aún respirando el calor del día y un puesto que el propio cazador define como «una pasada». No es suyo, pero el trabajo de su amigo al prepararlo garantiza comodidad, camuflaje y seguridad, tres factores clave en este tipo de caza.
Con la esperanza puesta en que los guarros entren al comedero, el arco queda armado y el cazador listo. La noche promete.
Perros en movimiento y primeros indicios
El silencio se rompe con ladridos cercanos, generando incertidumbre. Aun así, la atención se mantiene firme. El sonido de una rama quebrada pone en alerta al arquero: algo se mueve en el barranco. La tensión se palpa, el momento se acerca.
Un macho dominante, un tiro dudoso y el corazón encogido
Treinta minutos después del disparo, todo son dudas. El cazador ha tirado sobre un buen macho que ya había detectado con la térmica. El animal había demostrado su jerarquía enfrentándose a otro jabalí menor. El tiro parecía limpio, pero la flecha no penetró mucho, y aunque la sangre fluía, la incertidumbre sobre el alcance del disparo genera nerviosismo.
El pisteo: sangre, rastros y recompensa
Ya de noche, descienden del puesto y comienzan el pisteo. A pesar de que el rastro de sangre se interrumpe, un golpe de suerte los lleva a encontrar al animal a tan solo 50 metros. El jabalí, un ejemplar de porte imponente, se había encamado tras rozarse contra unas encinas para intentar taponar la herida, dificultando el rastreo. Pero estaba allí, abatido, y la flecha —aunque aparentemente corta— había tocado pulmón y hecho su trabajo.
Un jabalí que podría ser plata, y una modalidad que no deja de emocionar
«Esto es la caza con arco», dice el protagonista con la mirada brillante. Su satisfacción no es solo por el posible trofeo de plata, sino por la dificultad, la técnica y el respeto que esta modalidad exige. Reconoce que cada lance con arco es único, y que conseguir abatir así a un jabalí es un mérito que va más allá de la medalla.