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Wild Luis – El boc balear

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Un rececho único en uno de los paisajes más duros y bellos de Europa

Luis de la Torriente estrena serie, y lo hace a lo grande: en las cumbres de la Sierra de Tramontana, cazando el mítico boc balear (Capra aegagrus). En esta primera entrega de Wildluis, el cazador nómada se sumerge en un territorio salvaje, donde la roca suelta, las pendientes imposibles y el azul del Mediterráneo se funden en un escenario tan espectacular como exigente.

Acompañado por su amigo Chema y guiado por Pedro Ginard, la jornada comienza en Sóller tras un pintoresco viaje en tren. Desde allí, el equipo asciende hacia los puestos de rececho, atravesando caminos estrechos y abruptos. El objetivo no es solo cazar, sino comprender y valorar una especie única en el mundo, cuya historia y genética la han convertido en símbolo de la caza responsable en la isla de Mallorca.

Rececho, emoción y conservación: así es la caza del boc balear

La caza arranca al alba, en uno de los cotos certificados por el SCI. Tras varios intentos, Luis logra abatir un ejemplar impresionante: un boc con pelaje rojizo, cruz marcada y cuernos bien desarrollados, que cae tras un disparo limpio con el mar como telón de fondo. Momentos después, Chema también culmina su lance. Ambos destacan la belleza del animal y la singularidad de la especie.

Guiados por Toni, aprenden a identificar los rasgos del boc puro: cráneo cóncavo, mancha en la cruz, barba y una curva pronunciada en los cuernos. Se trata de un animal que no solo emociona al cazador, sino que ha sido objeto de estudios genéticos que lo diferencian de otras cabras asilvestradas. El boc balear es descendiente directo del íbice asiático, y gracias a un trabajo riguroso de científicos, cazadores y propietarios, ha sido reconocido oficialmente como especie cinegética.

Una historia de valor y futuro para el monte mallorquín

En los años noventa, varias fincas de la sierra, sin ingresos por ganadería ni leña, comenzaron a valorar la caza como motor de conservación. El proyecto, apoyado después por el SCI y el Consell de Mallorca, ha permitido no solo proteger al boc, sino también dar vida a territorios que, de otro modo, estarían abandonados. La finca de Staitx, donde transcurre el rececho, es ejemplo de sostenibilidad, autenticidad y gestión cinegética moderna.

La jornada concluye con el Mediterráneo iluminando los lomos del animal y la sensación de haber vivido algo irrepetible. Como dice Luis: «Puedes hacerlo fácil o puedes hacerlo difícil. Pero lo bonito es ganárselo». Y en esta montaña, cada paso cuesta. Pero cada lance, cada mirada, lo compensa con creces.

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