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Reclamo en Andujar

RECLAMO-ANDUJAR

Una tradición viva entre jaulas, cantos y respeto en plena Sierra de Andújar

Andújar, en la provincia de Jaén, es mucho más que un topónimo en los mapas cinegéticos: es la cuna espiritual de la montería española y hogar del santuario de la Virgen de la Cabeza, patrona de los monteros. Desde tiempos remotos, es costumbre que, antes de cualquier jornada de caza, se rece un padrenuestro en recuerdo de los cazadores fallecidos y una salve a la Virgen. Con ese telón de fondo, arranca esta experiencia única dedicada al reclamo de perdiz roja (Alectoris rufa), una modalidad que no solo exige técnica, sino una conexión diaria con el ave y el campo.

El protagonista es Sebastián, acompañado por su padre Aurelio, un hombre entregado por completo al cuidado de sus pájaros durante todo el año. Porque, como bien explica, no todos los pájaros enjaulados valen como reclamos, y los que sí lo hacen requieren limpieza, alimentación y observación constante. Esta caza se cuece a fuego lento, y cada detalle cuenta: del tono del canto al más mínimo gesto del animal.

Lances discretos, emociones intensas y un campo que responde cuando quiere

El primer puesto se realiza al alba, cuando los cantos comienzan antes de la primera luz. Aunque el reclamo canta de noche, el campo no responde como se esperaba. Una perdiz se acerca, pero no entra a la plaza, y el puesto termina sin disparos, pero con respeto: aquí no se tira si el ave no entra de verdad. En el segundo puesto, la historia cambia: tras un inicio prometedor, varias perdices contestan y un macho desafiante entra en la plaza. Con un disparo certero, Sebastián lo abate y su reclamo le canta la muerte, en un momento tan sutil como emocionante.

Ya con el sol alto, se resume la jornada con satisfacción: el pollito de este año se ha portado como un veterano. «Este es su segundo día en el campo, y ya lleva dos lances», comenta Sebastián, valorando el comportamiento de su joven reclamo. Es una mezcla de afición, conocimiento y paciencia lo que mantiene vivo este arte.

Una despedida entre niebla y patirrojas: el cierre perfecto a un fin de semana de caza

Al día siguiente, la rutina se repite con precisión casi litúrgica. Selección de pájaros, entrada al coto con niebla —buena señal para algunos—, y nuevo puesto montado en terreno limpio. El viento complica los cantos, pero una hembra termina por entrar en la plaza tras veinte minutos de tira y afloja. Sebastián espera, se prepara y la abate con respeto y limpieza. El reclamo, de nuevo, responde con canto, y la jornada termina con una reflexión sobre el celo inusual de la temporada, en la que aún hay machos sin pareja a punto de cerrarse la veda.

Esta modalidad de caza con reclamo, tan íntima y exigente, sigue viva gracias a personas como Sebastián y Aurelio, que mantienen encendido el fuego de una de las formas más puras y respetuosas de cazar. En Andújar, cada canto es herencia, y cada silencio, promesa de lo que está por venir.

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