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Poseidón y el mar de brezos

POSEIDÓN-CINEGETICS

La obsesión por un venado legendario y el largo camino hasta alcanzarlo

Algunos animales no se cazan. Se conquistan. El protagonista de esta historia lo sabe bien, porque el venado al que bautizó como Poseidón —por el tridente natural en su cuerna izquierda— le llevó al límite físico y emocional. En este vídeo cargado de verdad cinegética, el rececho se convierte en una lección de vida, y el final no se mide solo en puntos CIC, sino en intensidad vivida.

Todo comienza con una imagen borrosa captada por una cámara trampa y difundida por WhatsApp. Desde ese momento, el cazador centra sus esfuerzos en localizarlo. El primer intento serio, acompañado de su amigo Adrián, fracasa: el animal detecta la entrada y desaparece. La jornada termina sin disparo, pero no sin huella. La semilla de la obsesión ya está plantada.

Días de frustración, noches de reflexión

Lo que sigue es una verdadera odisea cinegética. Sin éxito en la siguiente espera y tras varios días sin rastro, decide volcarse de lleno: prácticamente se muda al coto, repitiendo esperas día tras día. En una de ellas, tras muchas horas de espera, se presenta la oportunidad… y falla un disparo a 340 metros. El día termina con una rueda pinchada, una cuesta imposible, los dedos destrozados y las ganas por los suelos.

Pero lo que en otros es agotamiento, en él se convierte en combustible. Vuelve, insiste y aguanta. Hasta que una tarde, mientras observa un corzo, Poseidón aparece entre la niebla del robledal, con la luz dorada del atardecer bañando su figura. Dispara, el venado acusa el tiro pero se pierde. No se rinde: lo sigue con la perra hasta lo más profundo del regato. Y allí está. El trofeo, el animal, el símbolo de una lucha interna y salvaje que se prolongó durante semanas.

El mejor trofeo no se cuelga en la pared

Poseidón es un venado viejo, con la oreja partida, curtido en mil batallas. Ha vuelto a morir al agua, como buen dios del mar. Y aunque su cornamenta es extraordinaria, lo que realmente queda es el recuerdo de cada zancada, cada error y cada lección. El vídeo concluye con una reflexión sincera: «Las mejores cosas no pueden describirse con palabras. Solo sentirse».

Este contenido, más allá de la caza, es una oda a la perseverancia, al vínculo con la naturaleza y al espíritu salvaje que habita en quienes no se conforman. Porque en un mundo de inmediatez, aún hay quien está dispuesto a esperar lo necesario para que un venado se convierta en leyenda.

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