Aunque en España hace más de veinte años que se prohibió el uso de munición de plomo en los humedales, sus restos aún están presentes en los sedimentos de zonas donde se ha cazado durante generaciones. Estos perdigones antiguos, que no se degradan fácilmente, pueden seguir siendo ingeridos por los patos al confundirlos con piedrecillas que tragan de forma natural para hacer la digestión en sus mollejas.
Con este escenario de fondo, un grupo de investigadores del IREC (CSIC, UCLM, JCCM), del IDAEA-CSIC y de la Universitat Autònoma de Barcelona, en colaboración con la Federación de Caza de Terres de l’Ebre, decidió comprobar si ofrecer a las aves gravilla en abundancia podía reducir esa ingestión de perdigones que aún persisten en los humedales.
El experimento se desarrolló entre las temporadas 2009/2010 y 2014/2015 en el Delta del Ebro y los resultados, validados durante una década, acaban de publicarse en la revista Environmental Pollution bajo el título Field evaluation of grit supplementation as a tool to mitigate poisoning from lead shot legacy in waterbirds. Puedes consultar el estudio aquí.
Una medida barata y con grandes resultados
La idea era sencilla: mezclar gravilla silícea y calcárea de entre 2 y 3 mm con el grano que los cazadores ya usaban para atraer a las aves en los arrozales. El objetivo, que los patos encontrasen las piedras adecuadas para su digestión y no tuvieran que buscar en el fondo, donde aún hay perdigones antiguos. En total, se distribuyeron 155 toneladas de gravilla en 23 áreas de caza.
Gracias a la colaboración de los cazadores, se analizaron las mollejas de las aves cazadas para estudiar qué habían ingerido. El trabajo se centró en cinco especies granívoras: ánade real, ánade friso, cuchara común, cerceta común y porrón europeo.
El resultado fue sorprendente. Tras la prohibición del plomo en los humedales ya se había registrado una reducción importante en la ingestión de estos proyectiles, pero con la suplementación de gravilla la mejora fue todavía mayor. En algunas especies, como el porrón europeo, la reducción total de ingestión de perdigones (de plomo y acero) llegó al 53,4 %. En el ánade real fue del 33,8 %. Además, se observó que las aves empezaron a ingerir más gravilla del tamaño adecuado, lo que demuestra que la medida funcionó.
Ciencia y caza, aliados por la fauna
Este estudio demuestra que cuando el mundo científico y el cinegético colaboran, los resultados pueden ser espectaculares. El coste de la medida fue de solo 4,02 euros por hectárea y puede replicarse fácilmente en otros humedales donde aún hay perdigones en el sedimento. Es una acción sencilla, efectiva y asumible para cualquier federación o coto que gestione hábitats húmedos.
Aunque el plomo ya no se usa en estos entornos, sigue presente, y medidas como esta ayudan a reducir su impacto real. Este trabajo demuestra también que los cazadores, lejos de ser un problema, son parte de la solución cuando se les involucra y se confía en su conocimiento del terreno.

