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Entre batidas y monterías | Ep. 1 Capitán de montería

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El alma de la montería desde dentro: así es ser Capitán de Montería

El primer capítulo de la serie documental «Entre Batidas y Monterías», titulado «Capitán de Montería», nos sumerge en una jornada cinegética tan real como necesaria. Con la dirección de Miguel Ángel Turrillo y la producción de ARDESA & CREAVISIÓN, este episodio inaugura una serie que apuesta por poner el foco donde pocos lo hacen: en quienes hacen posible la montería desde dentro.

Raúl Ramírez de Arellano, más que un organizador

El protagonista de esta entrega es Raúl Ramírez de Arellano, capitán de montería de la emblemática Peña El Jabalí de Puertollano, que nos guía en una batida celebrada en pleno Valle de Alcudia y Sierra Madrona, uno de los rincones más bellos y auténticos de la caza en abierto. Su labor como responsable de cuadrar los puestos, coordinar rehalas, garantizar la seguridad y mantener viva la tradición es el eje vertebrador del capítulo.

Una serie documental diferente: la montería desde dentro

La propuesta de Turrillo, montero desde los cinco años, es clara: retratar la montería no desde el disparo, sino desde la organización, el esfuerzo y el alma que hay detrás de cada jornada. Aquí, los protagonistas son los capitanes de montería, los secretarios, los perreros, los cocineros y los socios de peñas que mantienen vivo un modo de vida.

40 años de tradición cinegética

La Peña El Jabalí fue fundada hace más de cuatro décadas por Fernando Sánchez Moreno y un grupo de entusiastas de la caza en abierto. Su legado continúa hoy gracias al compromiso de los más jóvenes, como Raúl, que mantienen la esencia de una montería ética, organizada y con sabor a campo. Este capítulo también rinde homenaje a esa continuidad generacional que es clave para el futuro de la caza en España.

Una visión global de la montería española

«Capitán de Montería» es mucho más que un capítulo sobre caza: es una declaración de amor al mundo rural, a sus gentes y a la cultura venatoria que se resiste a desaparecer. Es también una llamada de atención para reconocer a los que, con humildad y mucho trabajo, garantizan que las jornadas se desarrollen con respeto, seguridad y éxito.

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