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6 consejos para cazar codornices sin perro en media veda

Un cazador con su escopeta.

Un cazador con su escopeta. © Ángel Vidal.

Cazar codornices sin perro durante la media veda no es una empresa sencilla. La falta del olfato canino obliga al cazador a multiplicar su intuición, organizar cada mano con precisión y saber leer el terreno como un libro abierto. Para quienes no cuentan con un compañero de cuatro patas, estos consejos pueden marcar la diferencia entre volver de vacío o con un puñado de africanas colgadas al hombro.

Búscalas al fresco: ribazos, arroyos y pastos húmedos

Durante los días más calurosos de la media veda, las codornices tienden a sestear en zonas más frescas y sombreadas. Sin un perro que las levante, el cazador debe buscar los ribazos, los márgenes húmedos de las tierras de pasto o las cercanías de los huertos. Allí donde el calor aprieta menos, suelen permanecer echadas hasta que casi se las pisa.

Pégate a la paja: tú eres el perro

Sin el apoyo de un buen perro de muestra, tendrás que suplir su labor con paciencia y ritmo constante. Recorre despacio los carriles entre la paja que queda tras la cosecha, levantando cada cierto tiempo el pie para hacer saltar a esas codornices que se esconden justo debajo. Es un trabajo meticuloso, pero a menudo eficaz.


El monte también guarda africanas

Las transiciones entre el llano codornicero y las primeras manchas de monte bajo esconden más actividad de la que parece. Aquí es donde las codornices encuentran refugio y cobertura. Entra con cautela, escoge un choke abierto y estate preparado para disparos rápidos: los primeros quiebros en la jara exigen reflejos y una buena colocación.

Organiza tus manos y ‘parcelas’ el terreno

Cazar sin perro no es sinónimo de recorrer hectáreas sin control. Al contrario, exige una estrategia clara. Divide mentalmente el terreno, no intentes abarcar demasiado y céntrate en cazar bien las zonas que vayas trabajando. El orden y la constancia suelen dar mejor resultado que la prisa.

No olvides las lindes

Muchos cazadores se centran en los rastrojos y olvidan que las lindes, con su vegetación más densa, son el escondite perfecto para las africanas más esquivas. Repásalas con calma, deteniéndote en los puntos más cerrados, donde ellas se sienten seguras y donde, si lo haces bien, puedes tener la mejor oportunidad del día.

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