En busca del jabalí entre la nieve: un fin de semana de batidas en Alemania
Una espera tensa entre nieve y silencio
En los vastos bosques nevados del noreste de Alemania, el frío cala los huesos y el silencio pesa sobre los puestos de los cazadores. La jornada comienza con una mezcla de nerviosismo y emoción: una batida invernal, una de esas que los cazadores anhelan durante años, por la belleza del paisaje y la intensidad de los lances. Es la primera vez en mucho tiempo que la nieve acompaña a los protagonistas de esta historia, un grupo de amigos unidos por la caza en uno de los entornos más exigentes de Europa.
Tres especies, muchos lances y una emoción compartida
La batida —una técnica tradicional de caza colectiva— se centra en especies como el jabalí (Sus scrofa), el gamo (Dama dama) y el corzo (Capreolus capreolus). Las condiciones meteorológicas perfectas, con temperaturas bajo cero, poco viento y un manto blanco inmaculado, hacen presagiar una jornada memorable. Pero también suponen un reto: la nieve complica la labor de los batidores y cambia completamente el comportamiento de los animales.
Jakob se instala en su puesto con cautela. Revisa su campo de tiro, quita ramas que le obstruyen la vista y espera. Pronto escucha los ladridos de los perros aproximándose, y un gran jabalí cruza el claro a toda velocidad. Dispara entre los árboles, y aunque no ve al animal caer, intuye un buen impacto. Mientras tanto, Carl Gustaf vive un momento de máxima tensión: un solitario jabalí aparece en su campo visual, le dispara con precisión, pero el animal sigue avanzando, lo que obliga a rematarlo. Poco después, un grupo de crías con su madre se escapa tras intuir el peligro.
Las batidas continúan. A corta distancia, un cazador abate una cría de gamo con un primer disparo algo bajo, que requiere un segundo para asegurar el lance. Poco después, en una escena de pura adrenalina, dos jabalíes irrumpen casi al mismo tiempo. El primero cae de un solo disparo. El segundo, apenas veinte metros delante, también es fulminado con una bala certera del potente calibre 8×57, valorado por su gran poder de parada.
Ya en la segunda jornada, Frederik, que no había tenido suerte, consigue su primer lance con un corzo joven. Momentos más tarde, abate también un gamo. La combinación de especies en movimiento, la densidad del bosque y la velocidad de los animales obligan a los cazadores a demostrar sangre fría y experiencia. Cada lance es una oportunidad fugaz que se resuelve en décimas de segundo.
La jornada concluye con tres especies distintas abatidas. Aunque no todos tuvieron suerte, el espíritu de la caza en grupo —de compartir pasión y esfuerzo bajo condiciones duras— es lo que más resalta en este episodio. Además, la necesidad de controlar al jabalí por su papel en la expansión de la Peste Porcina Africana le da a la caza una dimensión sanitaria que no puede obviarse.
Más que caza: una conexión con la naturaleza salvaje
Pese a las dificultades que impone el entorno, esta batida demuestra que la verdadera recompensa está en vivir el campo en estado puro. Ver correr un jabalí negro sobre la nieve blanca es una imagen que se graba en la memoria. Y aunque algunos animales escaparon, como suele ocurrir, lo vivido supera con creces lo cobrado.
La caza, como se muestra en este episodio, es más que disparar: es observar, esperar, respetar y actuar con responsabilidad. Es un modo de vida que conecta al ser humano con su entorno de una forma intensa y auténtica, incluso para quienes nunca han empuñado un arma.